De Facebook a la cárcel

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Hoy en día todo el mundo utiliza Facebook y como es lógico, entre los más de 1.500 millones de usuarios es probable que ladrones y demás malhechores disfruten también de la libertad digital. 

Las redes sociales cada vez sirven más para denunciar y probar actos delictivos. Ya hemos publicado noticias aquí sobre pederastas pillados gracias a sus perfiles y acciones en la red.

Pero también existen otros muchos casos que me parece que deben de ser compartidos por el nivel de estupidez de algunos ladrones o la mala suerte de otros. Pueden parecer chistes o historias inventadas, pero como siempre, la realidad supera la ficción y parece que tanto la estupidez de algunos como la mala suerte de otros, no tienen límites.

Un caso de infortunio máximo fue el de Robert Driscoll, un estadounidense locamente enamorado de su novia llamada Crystal.

Robert quería sorprender a su chica de la mejor de las maneras; regalándole un anillo, pero como no tenía dinero, decidió robarlo. Fue hasta la joyería de un familiar suyo en Pittsburg y robó el anillo más precioso que encontró. Costaba más de 12.000$ y no dudó en coger de paso algunas joyas más.

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La sorpresa fue un éxito rotundo. Crystal estaba eufórica y se sentía la chica más afortunada del mundo. Tanto fue así, que lo primero que hizo fue compartir una foto del anillo en Facebook.

Evidentemente, el pariente del chico que era amigo de Crystal en la red social lo vio. Entre la foto y que el joven vendió el resto de joyas en una tienda de empeños con sus respectivas cámaras de seguridad, la policía no tardó en detenerlo.

Otra historia curiosa sucedió en 2011, cuando el FBI detuvo a un ladrón de bancos gracias a su foto de perfil de Facebook. 

La investigación fue bastante lógica. Los agentes tenían información de que el delincuente se llamaba Anthony Wilson y tenían cintas procedentes de las cámaras de seguridad de los bancos atracados. Como las imágenes no eran muy claras, decidieron contrastarlas con los perfiles de Facebook de los ciudadanos de esa zona que se llamasen así. Lo mejor de todo fue cuando descubrieron que uno de ellos usaba la misma ropa para robar que la que llevaba en su foto de perfil.

Esto sí que es mala suerte. Pero los hay mejores; 

Hubo un caso en Atlanta de un joven que robó el bolso a una chica y encontró el último grito en telefonía. Un iphone completamente nuevo. El ladrón no podía creerse la suerte de encontrarse ese móvil a los pocos días de su lanzamiento.

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Estaba emocionado y tan contento con “su” nuevo juguete que queriendo comprobar la calidad de la cámara del teléfono se hizo un selfie.

Lo que no sabía es que la chica tenía la opción activada de que todas las fotos que se hicieran con su móvil se subiesen instantáneamente a su perfil de Facebook. Su autorretrato salió perfecto y la policía lo tuvo bien fácil para detenerlo.

Pero no todos los casos han sido debidos a la mala fortuna, hay muchos ladrones que han acabado en la cárcel por tontos. 

Es el caso de Trevor Jones, que además de idiota y adicto al Facebook, se dedicaba a entrar en casas por la noche. Un día entró a robar en un chalet y una vez terminado el trabajo y se disponía a irse, vio un ordenador encendido y no pudo aguantarse la intriga de saber si había recibido alguna notificación en su perfil. Una vez actualizado, salió de la vivienda sin problemas pero olvidó cerrar su perfil.

El resto de la historia os la podéis imaginar. A pesar de parecer algo surrealista, no es la primera vez que un “caco” roba en una casa y decide echarse una siesta antes de irse siendo pillado por los dueños a la mañana siguiente. Otros, se han quedado encerrados en la casa al cerrarse la ventana o la puerta por la que entraron con las herramientas fuera. Por no hablar de la cantidad de ladrones que han sido pillados por emborracharse con las bebidas de los propietarios de la casa y quedarse “KO” en la cocina o el salón.

Para terminar, el caso que probablemente haya sido el más sonado desde la historia de la red. ocurrió en Salt Lake City, en Utah.

Ocurrió en Salt Lake City, en Utah. Un joven llamado Jason Valdéz secuestró a una chica en un hotel de carretera y en vez de negociar por teléfono como vemos en las películas, lo hizo a través de su perfil de Facebook. Durante casi 16 horas, Jason iba publicando mensajes en los que informaba sobre las acciones de la policía y explicando el estado de la rehén, que se encontraba perfectamente.

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El país se volcó en la noticia y los medios informaban de forma casi instantánea. Recibió más de 100 mensajes de amigos y familiares suyos que le pedían que se pensara las cosas y que tuviese cuidado. Cabe decir que también hubo mensajes de ánimo. Jason permanecía tranquilo, incluso fue admitiendo a nuevos “amigos” que gracias a los telediarios conocían el perfil del secuestrador más famoso del momento.

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Finalmente la policia lo detuvo tras un tiroteo en el que el delincuente acabó hiriendose a sí mismo.

Como siempre digo, es evidente que las redes sociales nos han cambiado la vida y es muy importante saber utilizarlas y ser conscientes siempre del alcance de lo que publicamos. 

En estos casos, el mal uso de la red sirvió para detener a delincuentes pero no olvidemos que existen otros muchos casos en los que una mala acción puede perjudicarnos sin ser conscientes de ello. 

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